Para un viejo amigo
- Mohamed Pulido
- 23 feb 2016
- 2 Min. de lectura

Dicen que lo más difícil de escribir, es comenzar a hacerlo. En este momento es lo que más me cuesta, cientos de recuerdos y emociones vienen a mí, más no sé cómo expresarlos.
Desde que me levante de la cama supe que no sería un buen día, se me hizo tarde para llegar a la oficina, me sentía mareado y se me complicaba llevar a cabo mis labores de siempre, y justo cuando todo parecía no poder estar peor, recibo una llamada. Era mi amigo Oscar, que hace tan solo unos minutos había visto, con una voz seria, algo baja para su tono de voz y sin rodeos me dijo esa frase que jamás podre olvidar. “Lo atropello un coche, y perdió la vida”.
No lo podía creer, y mi rostro lo hacía notar, pues rápidamente se dieron cuenta las personas con las que estaba. Es en ese momento cuando pones en retrospectiva tu vida, recuerdas todo lo que has hecho y más aún aquello que no has hecho. Recuerdas la última vez que viste a esa persona y cuál fue el último consejo que te dio, la última vez que salieron y la última sonrisa que te regalo…
Entonces viene lo más complicado, dar la noticia a nuestros amigos y compañeros, a los profesores y demás conocidos. Un nudo en mi garganta tomaba forma cada que tenía que dar la noticia, más me sorprendió la unidad que tuvieron todos y como uno a otro se daban ánimos.
La vida es así, un momento estamos disfrutando de un rico café rodeado de personas, y otras veces estamos dando noticias como esas. Es mi amigo, y hablo en presente por que se Él simplemente fue a un lugar mejor, ahora se ha vuelto parte de esas cientos de estrellas que en el cielo habitan, se convirtió en uno de los recuerdos más preciados que tengo, en una docena de fotografías y un par de buenos consejos.
No verte será difícil, pero sé que no será por siempre, pronto nos volveremos a ver viejo amigo.
Descansa en paz Enrique Rodríguez Peinado.
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